La evolución de la barbarie.

En su acepción de "fiereza, crueldad" la barbarie no ha hecho otra cosa que volverse más sofisticada. La evolución social de la humanidad no ha supuesto más que el refinamiento de la crueldad que nos caracteriza, hasta formar un tupido velo de confusión. No, no pretenden ser estas sentencias una suerte de sermón. Es lo que hay.

 De las tribus y clanes familiares gobernados según los aciertos o caprichos de un macho alfa hemos alcanzado las más refinadas cotas de manipulación mental y esclavismo. ¿Exagero?... ¡echadle un vistazo detenido a vuestras vidas y a la sociedad en la que vivimos! Continúa siendo una incesante lucha por la supervivencia y la realización personal en una supuesta sopa de progreso, técnificación, derechos y leyes.

 Aparentemente, una gran parte de la población mundial, vivimos en sociedades libres. Aparentemente. Sin embargo, la mayoría carecemos del necesario control sobre nuestras vidas. Pagamos tributo a una élite que maneja ese dinero a su antojo. Pasamos la mayor parte de nuestra vida intentando mendigar un puesto de trabajo, un sitio en la cadena de producción, a cambio de un salario que nos mantenga con vida. Si tenemos suerte, obtendremos la manera de transitar por nuestra vejez sin pasar hambre o frío. Habremos dedicado toda nuestra vida a ese objetivo que hoy ya no está tan claro que pueda alcanzarse. Es, la vida humana, una constante búsqueda de seguridad.

 Aparentemente, no hay esclavitud. Aparentemente. Ya no es necesario para la economía transladar esclavos a los campos de algodón. Hay máquinas que hacen ese trabajo. Ahora, simplemente, la producción se translada a donde viven los esclavos.

 Desengañémonos, nuestras "sociedades libres" siguen basándose en el miedo; el miedo al futuro, a nuestra seguridad, a no cotizar los años suficientes, a no ser despedidos de trabajos precarios, a no ganar lo suficiente para conseguir tranquilidad, a no llegar a ser o hacer algo interesante en la vida. Cuando vivíamos, en ciertos lugares, el sueño de ser libres nos introdujeron el concepto crisis. Hay crisis. A partir de aquí vas a tener mucho más miedo. Abre los ojos: NO HAY CRISIS.

El poder, cada vez menos, se basa en el miedo a un Dios omnipotente que está siempre al lado de los poderosos. Pero no hay problema, se siguen creando dioses a los que temer con el mismo tejido imaginario de nuestros propios miedos.

Ya no hay un temible señor feudal encerrado en su castillo y rodeado de ejércitos a su servicio. Ahora, los señores, son entes medio abstractos que llamamos mercados. Pero siguen rodeados de ejércitos que les sirven.

No son ciudades-estado amuralladas los lugares en los que vivimos. Son países, amurallados con vallas electrificadas y con cuchillas para impedir que hordas bárbaras de otros esclavos huyendo de la miseria nos invadan.

Observad atentamente: teníamos demasiados derechos. Era necesario un correctivo. Se está aplicando. Ya no son latigazos que abren la piel, son derechos que retroceden y abren el alma.

No hay seguridad, porque la seguridad hace que los esclavos se vuelvan perezosos.

En serio: ¿qué seguridad tienes de que tu vejez no vaya a ser miserable?. ¿Quién cuidará de ti cuando no puedas valerte por tí mismo? El Estado, con suerte, te arrojará unas pocas monedas de la montaña de oro que le has proporcionado con tu esfuerzo y tu sudor. Eso, con mucha suerte.

Desengañaos. Despertad. Los Estados no trabajan para vosotros. Mucho menos los poderosos mercaderes que son los nuevos reyes y emperadores del mundo. La gente somos simples esclavos a su servicio. Los gestores que pagamos para que, supuestamente, manejen nuestros intereses son lacayos al servicio de esos nuevos monarcas absolutos.

Solo hay un camino hacia la libertad: la autosufiencia, la autogestión, la independencia personal y la cooperación entre quienes buscamos esa libertad. Si muchos lo entendieran probablemente se desencadenaría una guerra cruenta. Pero mientras tanto, sigue siendo la única vía. Que algún que otro esclavo consiga organizarse para zafarse de las garras de esta miseria moral es algo despreciable cuantitativamente para los que se han arrogado en amos del mundo.

No soy profeta, ni lider, ni quiero serlo. Pero he conseguido entender que no hay otro camino para vivir de alguna forma aceptable el escaso tiempo que pasamos en este mundo.


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