Recapitulando.
Así que el alma acompaña alegremente al cuerpo hasta que expira, un poco dentro del tiempo humano y un poco fuera de él, en otras dimensiones más elevadas.
Este momento es de suma importancia para nuestra madre tierra, porque la energía de este proceso de despedida terrestre queda impresa en la envoltura energética de nuestro planeta. La despedida del alma queda impresa en los éteres de la atmósfera que respiramos, en el archivo akáshico, fuera de toda ubicación, de tal manera que cualquier persona en las cuatro direcciones puede conectar con esos instantes.
Así las muertes conscientes y suaves, o las brutales y rápidas, determinan un marcador cósmico del nivel de conciencia de la propia humanidad, que queda grabado en el aura del planeta como un índice de profundo significado espiritual. Podemos decir que al morir, nos reunimos con el resto de los yoes, con el resto de las facetas de nuestro diamante del alma, y esa ceremonia de unidad queda plasmada también en la energía universal.
El alma arregla sus cuentas que resume todas sus diferentes vidas y evolución del alma, en diferentes planetas y dimensiones, y reúne todas sus partes, además de quedar citada con todos los seres cercanos que partieron mientras aún estaba encarnada en vida, aunque ya hayan vuelto a renacer de nuevo.
En esta reunión el alma se disuelve en la divinidad que es y deja atrás los recuerdos tridimensionales para retornar a su forma angélica. Ya nunca más el cuerpo conocido y el alma que lo habitaba volverán a coincidir de nuevo, sólo quedará la impronta inscrita en el aura del planeta.
Y por mucho que alguien quiera descansar, nadie descansa, sino que vuelve a encarnar de nuevo, porque ese es nuestro destino decidido de antemano, y tomamos conciencia de que nuestro verdadero lugar está sobre la tierra, hasta que la humanidad entera logre liberarse. Naceremos cerca de alguien conocido o un pariente cercano, y seguiremos unidos como racimo de almas estelares.
Así el alma revive en la transición todas sus vidas anteriores en el eterno ahora y podemos conectar con ella desde la tierra, aunque ha asumido su aspecto interdimensional y ahora comparte medio centenar de vidas humanas que son su ser.
Por tanto preguntamos por dónde está el alma, lo importante es preguntar por quién es el alma, cómo separarla de todos los yoes que ahora es. Al otro lado no seguimos siendo humanos, ni tenemos sed o hambre, así que al conectar con el alma lo hacemos con la impronta inscrita en el planeta, porque el alma que ha partido ya no se encuentra allí.
Impronta que sabe todo sobre esa alma y que puede contestar concretamente a cualquier pregunta que le planteemos sobre detalles de su vida en la tierra.
Emilio Fiel.
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