EL MIEDO ES UN ÁCIDO QUE CORROE.


Los miedos llegan como ilusiones establecidas por nuestros ancestros, creando sistemas predefinidos basados en la ignorancia de las leyes naturales y de las leyes espirituales, que rigen el psiquismo humano.
Así nos volvemos vulnerables a ciertas situaciones que una vez desarrollada la conciencia personal se hacen familiares y amistosas. 
El conocimiento experimental y el aprendizaje por medio de las relaciones humanas nos permiten que dejemos de estar en manos de esos temores que han sido creados. Como maestros que somos, podemos siempre abandonar estas veredas laterales y volver a establecer una senda de amor y de verdad. 
Cuanto más integrados nos sintamos, más fácil es abandonar los caminos del temor y más conscientes de la capacidad que tenemos para manifestar, crear y comprender cualquier situación. 
El miedo es la fuerza destructiva esencial y está en el origen de la angustia, la depresión, la sensación de rechazo, los celos, la violencia y la poca valoración de nosotros mismos, sintiéndonos inútiles y densos, impermeables a las finas energías de la felicidad y la plenitud del ser.
El miedo creado por la separatividad y la ignorancia de nuestra verdadera naturaleza espiritual.
La ambición, la prepotencia y abuso de poder, el fracaso por temor al éxito, la subvaloración de nuestra capacidad para crear y manifestar en la materia nuestras necesidades, son los tristes resultados del miedo, que está también en la base del insulto, el juicio y la crítica destructiva.
El es la fuente de todo lo que nos inhibe para impedir que asumamos nuestra propia luz, el sol que teje el misterio y la maravilla en nuestra vida.
Sin miedo en cada uno de los aspectos de lo cotidiano, nuestra existencia florecería de manera imparable, por eso hemos de reconocer la importancia del temor en nuestros actos, y especialmente en nuestros fracasos y frustraciones. 
El poder creativo de manifestar en la materia cualquier necesidad, está limitado por la creencia de que el miedo al futuro está justificado. Sólo cuando se diluye el obstáculo del miedo, el futuro puede ser diferente. 
Dejando a un lado las noticias catastrofistas y las estadísticas, es el momento para escuchar al corazón y dejarnos guiar por la voz del alma. Todo maestro ascendido ha tenido que pasar la misma prueba y cada uno lo ha conseguido. 
La vara de poder está en nuestra mano y es el momento de utilizar su magia, apartando los temores y creando lo nuevo, lo que fluye desde el interior del ser.
Emilio Fiel.

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